lunes, 19 de agosto de 2013

Iusnaturalismo teológico. San Ambrosio (340 - 397)

Edad Media. Escolástica cristiana. A pesar de que en Roma ya existían una organización del derecho y una metodología y una conceptualización del conocimiento del derecho. 

Apunta Capella en "Fruta Prohibida" que el pensamiento social medieval adoptó la forma del pensamiento teológico - cristiano. Su idea básica es una concepción del orden: el Universo es visto como una creación de un Dios que lo gobierna personal y directamente y que se asigna a cada ser. También a los seres humanos, un lugar determinado en él. 

Este "orden" es producto de la Razón Divina (p. 89).

Una serie de conceptos y categorías resultan claves para la utilización del derecho: 

1) Como forma de resolver los conflictos y las disputas

2) Para legitimar los poderes imperantes

Por ejemplo: 

- La delimitación de los poderes de las autoridades civiles y religiosas
- La legitimación de la Conquista de América, el colonialismo y el esclavismo 

Se trata de conceptos dados por autores como San Agustín y Santo Tomás desde la escolástica religiosa, pero del que también hacen parte autores no cristianos como 

- Juan de Salisbury (Policraticus)
- Henry Bracton (De legibus et consuetudinubus Angliae)
- Marsilio de Padua (Defensor Pacis)

Estos autores produjeron sus ideas de acuerdo a un contexto en donde defendieron unos intereses

ESCOLÁSTICA CRISTIANA (San Ambrosio, San Agustín y Santo Tomás)

San Ambrosio y San Agustín no pretendieron elaborar una filosofía sistemática de la Iglesia y su relación con el Estado, pertenecieron al período formativo del pensamiento cristiano. 

San Ambrosio de Milán (Segunda mitad del siglo IV- Treveris 340 - Milán 397)


Este autor empieza a hablar de la autonomía de la Iglesia en asuntos espirituales. Afirmó claramente que en materia espirituales la Iglesia tiene legislación sobre todos los cristianos incluyendo al Emperador, ya que éste como cualquier otro cristiano es hijo de la Iglesia: "Esta dentro de la Iglesia no por encima de ella" (Sabiene, 162 - 163). Dicha posición la tomó al querer en su obispado de salvar la libertad y los bienes de la Iglesia contra las autoridades civiles arrianas. Por ejemplo en el 385, como Obispo de Milán, se opuso a entregar una basílica a una emperatriz arraiana y tuvo que emplear la resistencia pasiva para impedir que se la quitarán. Ambrosio se encerró en la basílica con los fieles, hasta que la autoridad civil cedió (Ver textos de historia de la Iglesia aquí). También en el 390 se enfrentó al Emperador Teodosio que había cometido una masacre en Tesalónica para controlar una revuelta. San ambrosio le escribió una dura carta y el Emperador se sometió e hizo penitencia pública (Ibíd). 

La mayor parte de las obras de San Ambrosio son exégeticas del testamento o colecciones de Sermones que retocó convenientemente. Decía que el primer deber del Obispo era la predicación. Su método viene de Orígenes que acepta el triple sentido del texto revelado, pero da importancia a su sentido moral. Para Ambrosio en sus textos sobre los deberes morales de los clérigos y virgenes consagradas a Dios, tiene un origen no racional sino metafisico. Dice Vicente Huerta aquí

"San Ambrosio es llamado el doctor de la independencia y la unidad de la Iglesia, por el especial significado que tuvo su actuación en orden a clarificar las relaciones entre la Iglesia y el Estado, y a defender la primacía de la sede romana. Por un lado, enseñó que la Iglesia en su propio ámbito, o sea, en cuestiones de fe y de moral, es absolutamente independiente de cualquier autoridad civil. Es evidente que en las cuestiones internas no debe haber intromisiones desde el exterior, pero –señala San Ambrosio– la Iglesia es la que custodia la moral y, por tanto, la que declara públicamente lo que pertenece al derecho natural y, por ende, obliga a todo tipo de gentes, sean cristianas o no. Muchas consecuencias se derivan de esta doctrina: baste recordar la actuación de Ambrosio respecto a Teodosio a propósito de la matanza de Tesalónica; ningún hombre, ni aun la máxima autoridad sobre la tierra, está exento de cumplir las leyes morales y las divinas y, por tanto, debe ajustar su actuación a ellas o hacer penitencia si las viola (el emperador está en la Iglesia, no sobre la Iglesia).

Teniendo en cuenta esta independencia de la Iglesia, hace notar San Ambrosio que el estado no puede sustraerle los medios materiales necesarios para llevar a cabo su tarea espiritual, pues entonces su libertad sería meramente nominal, no real. Es más, dado que la Iglesia es el único lugar en que se practica la verdadera religión y se da un culto racional a Dios, ella debe ser tratada con especial deferencia por el Estado, pues la verdad y el error no pueden ser puestos en paridad de trato. San Ambrosio siempre insistió en que esa diferencia de trato se daba a nivel de culto público, en cuanto que la Iglesia es el custodio de la verdad, pero, en cambio, todos los individuos, sin excepción alguna, han de ser respetados en orden a practicar la religión que en conciencia quieran.
También tuvo especial importancia la tarea realizada por el obispo de Milán para reforzar la autoridad del Papa, en un momento en que se debilitaba la importancia política de Roma y, a los ojos humanos, eso podría implicar también una debilitación del prestigio papal. La autoridad del obispo de Roma, explica San Ambrosio, procede del mismo Cristo, que le prometió a San Pedro ese poder y luego se lo entregó. Por eso, Roma es el centro vital de la unidad de la Iglesia. Esta unidad es, por una parte, en todo lo relativo a la fe y a la moral y, por otra, en las cuestiones de gobierno de carácter práctico. Por eso, estar unido al obispo de Roma es pertenecer a la verdadera Iglesia (...)"